Si señor, no podía pasar mis días en USA sin ir a una auténtica Feria al mejor estilo de película ochentosa. Manejando a mi clase de intercambio de idiomas, tema de otro post, me encontré de repente con una rueda gigante al borde del camino y un cartel luminoso que anunciaba las actividades que sucederían hasta media noche.
Era la County Fair auspiciada, para mi sorpresa, por una única empresa, la EG Metals.
Por momentos, me sentí en La Rural... sin demora les cuento porqué...
Luego de un intento fallido de llegar al lugar caminando, arribé en mi auto a un mundo de vehículos estacionados en sendos descampados que finalmente comprendí para que eran. Sólo para no dejarlos con la duda, les cuento que inicié una caminata desde mi departamente en la creencia de estar cerca del centro de exposición pero a medio camino volví sobre mis pasos convencida de que la vuelta a casa sería muy larga luego de algunas horas dentro del predio.Ya estacionada, y abonados mis U$D 5 por dejar mi vehículo en medio del pasto, caminé las 3 cuadras que me separaban de la puerta de entrada, ingreso que recibía a los visitantes con un inmenso cartel de "Free Admission" que te daba la bienvenida junto a quienes chequeaban tu cartera.
Qué encontré al traspasar el portal? Lo primero, comida. Seguro no les va a sorprender luego de mis precedentes post, pero vale la pena destacar que podías encontrar todo tipo de alimento y entre ellos hallar en cada esquina un "Burrito acompañado de nachos".
Creer o reventar
Pasada la mezcla de olores, la primer sorpresa fue el show de hipnosis. Bajo un quincho de paja se extendía un escenario con 10 personas, supuestamente tomadas del público, que sentadas respondían a las ordenes de un sicótico animador que los hacía comportorse como gallinas, sentir olores o dolores imaginarios e incluso desnudarse sin más. Por momentos, fiel a mi escepticismo porteño, estaba segura de que se trataban de actores, sin embargo ver a "familiares" riendo o gritando para llamar la atención de los pobres hipnotizados me hizo dudar. No puedo decirles si el show era real o no, sólo les puedo decir que reirse de los pobres voluntarios parecía ser muy entretenido para los presentes, no negaré que solté alguna carcajada, no osbtante hace falta ver a un señor en sus 60 vestido de Madonna y cantando?
El mundo de los reptiles
La segunda estación, y verdadero shock, fue el espacio destinado a Brad´s World Reptiles. Según los carteles, y su sitio web, esta organización se dedica a realizar exhibiciones educativas sobre reptiles e, incluso, a rescatar animales según se podía ver en las inscripciones que tenían los receptáculos que contenían a estos aterrdores seres.
Lo más bello de esta exposición sin duda eran las tortugas de tierra, gigantes y hermosas tomando sol bajo la lámpara. Lo más triste, el espacio donde la gente se podía tomar fotos con un pequeño cocodrillo como si fuera un juguete.
Casi como en Argentina
En busca de los juegos de dardos y puntería, me encontré de repente en el remate público de unos cerditos adorables. Un señor muy serio, vestido al tono, levantaba las ofertas y cerraba las ventas mientras una patrulla de adolescentes se ocupada de llevar y traer a los porcinos desde sus corrales al centro de la arena. Triste por el destino de estos Babes seguí caminando y me encontré con vacas, llamas, cabras, chivos, caballos, gallinas, conejos y aves al mejor estilo de La Exposición Rural Argentina.
Fue un poco desconcertante ver a esos gigantes aberdinangus rumendo en la feria y ni que de hablar de la gente, tan parecida a los locales estancieros que viven del campo argentino. No me esperaba a estos animales, sin embargo para mi fue un oasis de vida en medio de tanta comida y juegos por ganarse un peluche gigante, seguido de percings free y copos de maiz.
Juegue ya
Finalmente llegue a esa experiencia que estaba buscando, los juegos para ganarte el peluche de tus sueños. Dardos, pistolas, cañas de pescar en una pileta de plásticos peces de colores, el aro de basquet y la masa que mide la fuerza estaban allí como los clásicos para grandes y chicos. Todos tenían su chance, y muchos más de un peluche en mano, lo que alimentaba la compulsión a apostar algunos dolares a ganarse el premio mayor en cada puesto. Por mi parte, preferí seguir atesorando mis dolares como el último vaso de agua en el mundo, además, cómo me hubiera traido uno de esos osos más grande que mis dos valijas. Ver fue toda una diversión y una forma de entender que motiva y entretiene a los locales.
Lo que me perdí fue el show de motocross, llegué tarde para ese espectáculo y ya no vendían entradas. Se los debo para la próxima feria!
Moraleja: antes de opinar, mejor conocer y hablar con concimiento de causa.
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