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miércoles, 15 de agosto de 2012

Washington, DC, en un día y medio.


Recorrer los principales puntos turísticos de Washington, Distrito de Columbia, en un día y medio no sólo es posible sino completamente disfrutable.
Sólo se necesita una agenda clara, un plan de guía, energía y ganas de ver y aprender.

Luego de una recorrida de viernes por la noche en la zona de boliches de Washington que me mostró la Calle 14 en todo su esplendor, un negocio de bebidas con el vendedor tras un vidrio de seguridad y un gimansio con todos los aparatos al aire libre, un merecido descanso se abrió paso tras un día de viaje de costa a costa de los Estados Unidos. El lugar elegido, Hotel Helix una mezcla extraña de modernidad, decoración fashion, cultura pop y boliche por momentos. Lo único importante, la cama, era perfecta para una completa noche de sueño, además del servicio de WIFI que, aunque gratis, lamentablemente no funcionaba de lo mejor.

Día 1: Sábado

Todo comenzó con una nuena noticia, Helix ofrecía bicletas gratis para sus pasajeros. Una bendición luego de ver, la noche anterior, las distancias que separaban cada punto importante de la ciudad, y una gran idea para moverse en una ciudad con un denso tráfico.

Subida a mi bicicleta todo terreno me dirigí a mi primer destino, el Capitolio. Como persona ordenada que soy, tenía mi reserva hecha desde hace un mes para acceder a la visita guiada. Lamentablemente por ser sábado y, además, feria no tuve la chance de ingresar a la cámara principal, no obstante pude recorrer los principales espacios con el primer grupo de visitantes. Luego de la recorredida de unos 30 minutos, tuve acceso directo a la biblioteca el congreso y por unos minutos, en el balcón que da a la sala de lectura principal, me sentí parte de National Treasure, la película (sólo para entendidos), y una privilegiada por ver en vivo una Biblia de Gutenberg. 

A esta visita le siguió el primer museo, la National Gallery of Art donde, gracias a una guía para turistas con poco tiempo y claros intereses, pude aprecia pinturas de Fra Angelico, da Vinci, Raphael, Rembrant, van Gogh, Cezanne y Monet. Un deleite para los ojos y un descando para el cuerpo en los jardines internos y los amplios pasillos coronados por fuentes y zonas de descanso con comodos sillones. 

Con el espíritu fresco de bello arte bajé a una realidad más mundana y me fui al Museo Nacional del Aire y del Espacio, como dice la versión en español del mapa. Todo geek que se precie se sentiría peridido en este edificio y, por algunos minutos, casi olvido el control de mi agenda para quedarme todo el día jugando con los modelos a escala y las pruebas de ciencia que ofrece este lugar. Afortunadamente recobré mi percepción de la hora y me dediqué a tener la infaltable foto con el módulo lunar del Apolo, conocer la historia de la aviación, entrar en la sala de control de un Boeing, tocar una roca lunar y conocer el avión de los "Hermanos Wright" antes de partir a mi próximo destino.

Un poco de arte, un poco de ciencia y le tocó el turno a la naturaleza en el National Museum of Natural History Desde luego, en la bicileteada de punto a punto, pude disfrutar de la belleza del parque National Mall con increibles vistas del famoso The Washingthon Monument Desde luego, ya en el museo, lo que más me interesaba era la exhibición de dinosaurios y la boa gigante, además de la bella exhibición de fotos Y aqui entre huesos y replicas llegó el turno del almuerzo en el Fossil Café, porque en algún momento hay que comer.

Con energías renovadas, fue el momento de hacer un corte en las recorrida cultural e ir a conocer la White House con la suerte de ver pasar el helicoptero que se llevaba al presidente seguramente a algunas de sus recorridas en la campaña presidencial. Entrar es una misión casi imposible, también lo averigué, es necesario pedir un permiso especial a través de la embajada para tener accedo a la sala que cobija al presidente americano.

A la casa de Obama, le siguió un alto de cerca en el The Washingthon Monument, un refresh en el World War II Memorial, donde la gente mojaba sus pies dentro de la fuente para soportorar los casi 40° haciendo caso omiso al aviso policial de respetar el monumento. Por cercanía le siguió un clásico de DC, el Lincoln Memoral que servía de albergue para los turistas que optaban por respirar un poco de aire fresco bajo los altísimos techos o sentarse en las escaleras a la sombra viendo pasar los aviones que llegaban al Aropuerto Regan a poco menos de 15 minutos del centro. La foto con Lincoln era una necesidad, sólo para sentirme como en una escena de "Legalmente Rubia 2" que, desafortundamente, pasan 2 o 3 veces por semana en el cable local.
Ya pasando el mediodía, fue hora de un refresco a la vera del camino para seguir al siguiente destino, el Jefferson Memorial, a donde llegué luego de unos 20 minutos de pedaleada. Al estar alejado del National Mall llega menos gente a este monumento, no obstante, las vistas que ofrece el lago, la zona de paseos en bote y el entorno ofrecen una visión natural y poderosa de la ciudad, además de ser uno de los puntos de incio de los tours en bicicleta. 

Siguieron el Franklin Roosevelt Memorail, donde me indicaron que no podía montar mi bicicleta por respeto, y el Martin Luther King, Jr Memorial donde sólo abundaban personas de color y turistas extranjeros, para pensar, no?

Hora de volver a los museos. El siguiente destino el US Holocaust Museum donde estuve por un breve tiempo ya que no conseguí acceso a la muestra permanente, motivo por el cual volví a agendar la visita para el día siguiente. 

Finalmente, llegó el turno del Museo de Historia Americana  donde pude ver desde a títere original de la Rana René (o Kermit, como parece haberse llamado en US), pasando por los zapatos de Dorothy del Mago de Hoz, la historia de los automóviles, los vestidos de las primeras damas en la historia del país, entre otras exhibiciones.

Una caminata por National Mall y luego una tormenta que dip fin al paseo a las 7PM. Un día provechoso pero agobiante, por el calor, que terminó en un baño sobre ruedas de fresca y abundante lluvía. 

Día 2: Domingo

Sólo unas pocas horas me separaban del regreso a Portland, así que decidí planificar al detalle el recorrido de las próximas horas. Esta vez opté por el Metro, comenzando por la estación a unas 5 cuadras de mi hotel donde me costó entender la máquina expendedora, equipo que finalmente pude usar gracias a la ayuda de una empleada pública que me repetía sin parar "Lee la pantalla" (como si fuera tan clara). La primera parada sería el Arlington Cementery, digo sería porque en la combinación de líneas se me ocurrió preguntar si estaba bien ubicada a una gentil señorita que me aconsejó caminar para encontrarme en la recorrida con un famoso monumento, nada más y nada menos que el Marine Corps War Memorial, también llamado, Iwo Jima memorial, sin su me lo hubiera perdido porque no figura en los mapas.

Una breve caminata me introdujo finalmente en el Arlington Cementery donde visité la tumba de la familia Kennedy y la tumba del soldado desconocido donde llegué a tiempo para ver la ceremonia del cambio de guardia que se realiza cada media hora y que, con completa sobriedad, recuerda con honor y orgullo a los hombres caidos en combate. Aquí un par de videos.

Tren de por medio, le llegó el turno al Pentagono. Creí que sería una tarea inútil, no obstante, este centro cuenta con un memorial por el 9/11. Al estar allí algunas cosas son más claras, los aviones de linea pasan por encima de este edificio como pasan sobre nuestras cabezas en pleno aeroparque. Un detalle de color, al edificio lo rodean múltiples aparentes generadores basados en energía solar y un estricto control policial con oficiales propios de la institución.

Dispuesta a hacer un segundo intento, me fui de nuevo al US Holocaust Museum No puedo decir que lo disfruté pero si puedo decir que es una experiencia que te marca en lo más profundo y te hace pensar mil veces en lo que nos hace humanos al revivir lo que pasó en ese momento de la historia.

Cómo aún quedaba un poco de tiempo, me tomé nuevamente el subte camino a Georgentown, zona conocida como la ciudad antigua. Allí, encontré mi objetivo, la Old Stone House, una casa de 1700 cuyos jardines e interior puedes recorrer para vivir la experiencia de una familia americana de aquella época.

Hora de volver, recuperar la valija y volar al aeropuerto. Disfrutar de buenas minutos de sueño y de las horas que volvían a mi vida al viajar hacía Oregon, recordar los lugares visitados, asimilar lo aprendido y prepararse para volver al trabajo.

Son las 6:30 PM y mi vuelo, con una hora y media de demora, finalmente sale rumbo a Dallas, donde abordaré el avión que me llevará de regreso a Portland. Es medianoche y hora de volver a casa, taxi de por medio esta aventura de fin de semana llega a su fin.


Moraleja: todo es posible, sólo tenes que tener la voluntad de hacerlo realidad.

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