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jueves, 2 de agosto de 2012

Soccer en el Ronaldo Field

Si, es la estatua de Ronaldo en el Campus de Nike en Oregon.
Lo crean o no, estuve en un partido de fútbol juvenil entre "Santos" y "Canadá" que se realizó en el Campus de Nike, en el Campo Ronaldo, al lado del edificio Tiger Woods.
El futbol sigue sin gustarme, aviso.

Cuando el sábado en la mañana descubrí entre mis mails la invitación a ver un partido de fútbol dudé por un instante. Pero como perderme la oportunidad de conocer qué sucede en un lugar como Oregon cuando se disputa la final de un torneo juvenil.

El hijo de mi amiga tiene apenas 13 años y forma parte de los "Santos", nombre adquirido a fuerza de un entrenador Mexicano que, según mi amiga, tuve que explicarle a los pequeños que significaba su nombre ya que aquí en USA esta palabra tiene diversas acepciones. Así conocí a Austin que, como capitán del equipo y orgullo de mi anfitriona, debía impulsar a sus compañeros a jugar con garra en la semifinal del torneo juvenil que los enfrentaba al equipo de "Canadá". Equipo que luego de dos horas de viaje en micro estaba de punta en blanco en el campo disupuesto a llevarse el triunfo al país vecino.

Pero antes de entrar en lo detalles de este juego, necesito compartirles algunas vivencias anteriores al comienzo del partido. Como les contaba, este torneo se juega en el Campus Nike, es decir, en las oficinas centrasl de Nike en USA. Campus que además de contar con recorridos para caminar y correr abiertos al público, ofrece a sus empleados una amplia gama de servicios asociados al ámbito deportivo como un gimnasio de dos plantas, canchas de futbol, basquet, voley, entre otras maravillas de infraestrucutra propias de una compañia de grandes dimensiones. De más está decir que el campus cuenta con un inmenso lago, diversas concesiones de servicios gastronómicos y que cada edificio lleva con orgullo el nombre de alguna estrella mundial del deporte.

Volviendo al deporte, para mi sorpresa el futbol es la actividad elegida por las mujeres en USA. Desde muy pequeñas, las chicas se suman a los equipos de sus clubes locales y al llegar a la adolescencia tiene la oportunidad de elegir entre practicar de manera profesional o sólo recreativa. Quienes eligen el camino profesional deben participar de frecuentes entrenamientos y estar listas para competir en torneos locales, regionales e incluso internacionales. Por el contrario, no es una actividad atractiva para los hombres que desde luego prefieren sumarse al fútbol americano. De hecho, según me narraba mi amiga, las universidades tienen gruesos fondos destinados a alentar a los equipos de futbol femeninos, mientras que los equipos masculinos no cuentan con suficiente apoyo como para poder ofrecerle a los jugadores las codiciadas becas estudiantiles, privilegio al que acceden las futbolistas con habilidades.

Volviendo al campo Ronaldo tengo que decirles que desde luego no hablo de un humilde potrero sino que me refiero a un espacio donde dos impecables canchas profesionales funcionan como escenario de múltiples torneos que ocurren en simultáneo. Ninguna tribuna o alambrado rodea el lugar, ni tampoco seguridad de ningún tipo, a los costados del brillante pasto sólo algunos bancos de piedra dan espacio a los padres que esperan ansiosos el partido y que, en la mayoría de los casos, tienen sus propias sillas, mantas y hasta pequeñas tiendas para protegerse del sol mientras disfrutan de la tarde en las instalaciones.

El partido, un lujo. Nada de agresiones ni agravios y, para mi sopresa, mucho aliento de la tribuna aunque desde luego no con nuestro particular estilo barra brava. Un partido de 30 minutos que ocurrió con un sólo sobresalto que hizo brincar de la silla a mi amiga, un canadiense enojado no tuvo mejor idea que hacer volar por el aire a Austin. Con expulsión de por medio, y algunos gritos también, todo volvió a la normalidad y el partido continuó a las corridas hasta el último aliento. No les puedo describir la preocupación de la madre a mi lado pero, como todo chico, el pequeño jugador decidió volver al ruedo apenas unos pocos minutos de haber caido al piso.

Desafortunadamente el partido fue para Canadá, no obstante creo que la sola experiencia de equipo que estos chicos viven es para ellos un gran premio. Fue sorprendente ver la relación entre los padres, entre los chicos, entre los equipos. Realmente esta actividad es más que un torneo para ellos, es una salida familiar que los acerca aún más a amigos y conocidos y que les da la oportunidad a los chicos de, incluso, pensar en su futuro universitario.

Moraleja: siempre, todo, tiene un lado bueno.










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