La práctica
hace al maestro dice un viejo refrán, y la realidad te demuestra lo sabio de
esas palabras. Aunque no me vaya a calificar entre los más expertos, es cierto
que tengo algunas millas de ventaja que me permiten comenzar esta travesía con
menos nervios y más cintura al momento de elegir la línea de espera
correcta. Y así comienza este viaje a
las tierras del norte, con mi neurosis bajo control tras una larga de listas de
procedimientos por seguir y los infaltables imprevistos, si, esos que harán de
cada viaje un paseo inolvidable más allá de cualquier plan de crisis.
Luego de
una despedida con algunas lágrimas pero con mucho amor, me sumergí en migraciones
con la tonta esperanza de llevar rápidamente a mi puerta de embarque y
alistarme para una noche de sueño en el aire. Pero claro, eso que tanto temí en
toda mi peregrinación hasta el Gate 3, eso en lo que no quería pensar mucho por
eso de que tanto pensar en algo termina sucediendo, eso estaba allí
esperándome. Un hermoso contingente de 50 adolescentes cordobeses rumbo a
Disney uniformados en camperas rosadas con la cara de Mickey que me sonreía
diciendo: olvídate de dormir.
From Mexico to Dallas
Almohada
ready, libro ready, documentos completos ready, todo listo salvo el silencio.
Un amable miembro de la tripulación rogaba por 5 vez a los niños que hablara en
voz baja y no sacaran fotos cuando decidí ponerme en modo zen y, luego de
asesorar a algunos de los pequeños en como apagar la luz o reclinar el asiento,
me dispuse a dormir con auriculares y música clásica de fondo.
Pero, no
contaba con su astucia! Al ritmo de frases nunca oídas, mi compañero de asiento
Mexicano me iluminó con insultos, según él, dirigidos a mujeres pero sin ser
groseros. Quieren conocerlos? Acá van:
- - Cuando una de mis compañeras está insoportable, me decía Jose Antonio, nada mejor que decirle con amabilidad: Multiplícate por cero y salí de mi vista! Un uso de la matemática muy innovador.
- - También, en caso de que la cosa se ponga peliaguda, parece que otra frase célebre acunada por los mexicanos no es más ni menos que: Cómprate un bosque y piérdete!
Rumbo desconocido
Mientras el
amable auditor de una empresa de automóviles me contaba de sus frases y me
hablaba de su esposa y niños un anuncio inesperado nos dejó a todos de una
pieza, al menos a los que entendíamos inglés y esto no incluía al contingente
estudiantil. Una voz nasal, propia del sistema de sonido en uso, nos decía que
“por un motivo climático que no comprendemos, hemos sido orientados para
despegar rumbo al sur”. Uno no sabía si reír o llorar, si era una broma o un controlador
aéreo despistado, la cuestión es que de repente estábamos despegando con un
coro de niños gritando con un rumbo equivocado y en un avión que rápidamente
comenzó a dar una vuelta de 180 grados por encima de la ciudad, recorrido que
término con un nuevo anuncio “ahora si estamos camino al Norte”. Menos mal, ya
me veía llegando a usa luego de pasar por El Polo.
So, sad. So sad.
Luego de
varios bruscos despertares, una peli repetida pero tierna y varias posturas de
lo más contorsionadas, llegó la hora del desayuno. Un momento sencillo, la
señal de que ya estamos cerca y un cúmulo de ira acumulada por parte de las
azafatas norteamericanas, indignadas por tener que cumplir un rol de niñera que
claramente no les interesa y para el cual no estaban preparadas, son datos que
sirven de preámbulo a la escena que siguió a la recepción de la clásica
bandejita. Una de las azafatas explotó en gritos bajo la frase: no saben ni
decir café o té, es muy triste, muy triste y nadie se hace cargo de estos
pobres chicos. Con tono de lástima mezclado con indignación y bajo la mirada
atónita de los que si entendimos lo que dijo, esta amable señora siguió su
camino sin servirle más nada a los pequeños que clamaban por ella al grito de:
mis mis mis.
Y para ir cerrando, una sensación de lo más
rara
Luego de
dejar atrás a la horda de rosadas bestias y ya en Dallas me tocó ser testigo de
algo nuevo. De repente, sentada a la espera de mi vuelo y tras un anuncio
incomprensible, sentí varias decenas de miradas clavas en mí. Sólo me bastó
levantar la cabeza para ver a todo el sector C del aeropuerto de pie mirando
por el vidrio que da al hangar mientras yo tipiaba, as usual, en mi PC. Una
serie de oficiales saludaban a un soldado caído en combate que lentamente y en
un clima de total emoción y solemnidad era subido al avión que lo llevaría a su
destino final, también Portland. Ver
toda esa gente de pie, ofreciendo sus respetos a ese joven que ni siquiera
conocieron, me hizo pensar mucho en este país al que estoy llegando, con sus ventajas
y desventajas, con lo bueno, con lo malo y con lo diferente.
Y más que
nunca me quedo claro que definitivamente esta va a ser una experiencia muy
diferente a lo que he conocido hasta hoy.
PD: al cierre de este texto, unos minutos después, aprendía el primer tip de viaje. Unos colegas de trabajo me mostraban como con sólo su nombre se llevaban su auto rentado mientras yo permanecía por más de una hora en la cola. Ahora, ya lo se.
No entiendo, a quién se le ocurre ir de viaje de egresados a Disney???? No están grandes ya???? Y cuaaanta emoción le podés poner a irte de viaje de egresados a Disney???? Se canta algo así (en tono de Bariló, Bariló pero con acento cordobés...) Disney World, Disney World???? Sólo los cordobeses pueden hacer algo así.
ResponderEliminarAmiga, esta nueva faceta de escritora de crónicas me gusta mucho, hay que tenerla en cuenta porque en breve queremos tu libro en la calle.
jajajajaj...así es ....no cantaron nada por suerte!!! igual tenian 15, no más...era raro....creo que serian egresados del polimodal o algo asi.
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