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martes, 11 de septiembre de 2012

Trabajando en New York City

Hacia donde mires, la ciudad que nunca duerme tiene una sorpresa esperando por aparecer.
Trabajar en esta ciudad fue una experiencie inolvidable, porque me permitió conocerla de una manera diferente.
Luego de una semana intensa en Costa Rica me esperaba un nuevo viaje, una semana de trabajo en la Gran Manaza, New York City. En viaje directo, comenzando a las 6:15 AM, me fui el martes pasado desde Oregon para la costa opuesta a vivir una nueva experiencia, la filmación de una serie de comerciales.

Me recibieron una terminal donde la gente de 4 vuelos se agolpaba por recuperar sus valijas, el transito colapsado de media mañana, los conductores enloquecidos por las carreteras que llevan a Manhattan y las mejores vistas de la ciudad al cruzar uno de sus puentes y al llegar a nuestra primera reunión de trabajo.

Los días trascurrieron ocupados entre diferentes sets de filmación por lo cual no hubo mucho tiempo para visitas, sólo tuvimos unas horas durante una noche para una foto en el famoso toro de Wall Street y una vista furtiva del Memorial 9/11.

Lo mejor del viaje, más allá de los secretos comerciales de los que no puedo hablar :D, fueron las cenas en lugares muy particulares. La primera de las noches nos llevó a Harry´s, un restaurant de comida italiana donde pude deleitarme con mi pasta favorita, la lasagna, y conocer  que existe algo como el vino tinto de Puglia.

La segunda de las noches, ya con el resto del equipo y agencias, nos encontró para un brainstorming en el bar de Hotel Bowery, donde conocí un vino argentino que no conocia, Briseo. La cena sucedió en Freemans, un restaurant ubicado en un callejón, lejos de las luces de la avenida, con una pequeña entrada y un ambiente cálido donde te ofrecen platos deliciosos a precios más que accesibles. Debo decir que me impresionaban un poco las piezas de caza que colgaban de todas las paredes, no obstante, en la zona donde estabamos ubicados, en el segundo piso, el ambiente era menos agreste y más humano.

Otro destacado gastronómico fue Ancora, de nuevo la comida italiana golpeaba a nuestra puerta para cerrar una jornada de trabajo. Esta vez con una dinámica diferente, al mejor estilo de los antiguos restaurantes, ya que de manera permanente recíbiamos en nuestra mesa nuevos platos para degustar, así como mozos que se acercaban con mesas donde ofrecían opciones de cena, de bebidas e incluso de postres. Un restaurant a la antigua en todo sentido, incluido los mozos con moño, con pura calidad italiana, es decir, abundante comida, tentadora y sabrosa.

Esta vez, como no puedo hablar de lo que hice, les cuento acerca de lo que comí. No se acostumbren, esto es sólo una excepción ya que, como dice el dicho: los sabios hablan sobre las ideas. Los inteligentes hablan sobre los hechos. Y los vulgares hablan de lo que comen.

Moraleja: por las dudas, no hables en público sobre lo que comes :D






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